El ejercicio no tiene edad, y es uno de los mayores aliados del bienestar físico y emocional en la adultez. Para muchas mujeres, el movimiento es también una forma de reconectar con su cuerpo, liberar tensiones y sentirse activas, fuertes y autónomas. No se necesita realizar rutinas intensas para sentir sus beneficios: caminar, practicar yoga suave, nadar o incluso bailar son actividades perfectas para mantenerse en forma a partir de los 50, 60 o más.
La actividad física fortalece los músculos, protege las articulaciones, mejora la postura y ayuda a prevenir caídas, algo clave en la tercera edad. Además, tiene efectos positivos sobre el estado de ánimo, gracias a la liberación de endorfinas, lo que puede ser de gran ayuda en momentos de ansiedad, insomnio o cambios hormonales.
Lo importante es moverse todos los días, aunque sea poco. Integrar el ejercicio en la vida diaria —subir escaleras, cuidar el jardín, jugar con nietos— es una excelente manera de empezar. Escucha a tu cuerpo, respeta tus tiempos y disfruta cada paso. Mantenerse activa es una forma de celebrar la vida y cuidar de una misma.



